miércoles, 25 de marzo de 2009

Cuba que linda es Cuba


Bueno, una vez la reparación de mi querido portátil me lo ha permitido, junto con el tiempo libre a estas horas intempestivas, puedo escribir por primera vez acerca de la experiencia que supuso cruzar el charco de una vez y poner los pies en la histórica y siempre polémica nación cubana. Y la experiencia estuvo a la altura.No es que Cuba no nos decepcionara, es que superó todas las expectativas posibles. Allí todo es "diferente". Creo que es el adjetivo que más he utilizado al describir nuestro paso por la isla. Y es que allí todo funciona de otra manera. Funciona diferente la burocracia. Funciona diferente la manera de abordar a los turistas. Y funciona de manera diferente la actitud de todas y cada una de las personas que por allí deambulan. Me han sorprendido los continuos desmentidos de la realidad que hemos encontrado a cada paso. Y se comprenden muchas cosas, así que no puedo dejar de recomendar a nadie que se pase por allí si puede para comprobar que en algún lugar del mundo, todavía se considera importante que todos tengan sanidad y una educación aceptable. Algo que no todos los países pueden decir. España es uno de ellos. La verdad es que toda la patraña democrática con la que nos inundan día tras día en nuestras latitudes suena tan supéerflua como innecesaria cuando se conoce una realidad de no tantos chupópteros adictos a la democracia y al poder también. Porque aunque se acuse a Castro y sus amigos continuamente de perpetuarse en el poder, no se puede desligar tan alegremente esta condición a la gran mayoría de políticos españoles.
Cuba no le puede dejar indiferente a nadie. Y sobretodo despierta unas empociones que creo que pocos países pueden conseguir. Lo politizado del territorio sorprende incluso a los que sabíamos a lo que íbamos, pero otros tópicos caen como fruta madura. Pero volviendo a las emociones, por mucho que en occidente se haya puesto de moda llamar asesino al Ché Guevara, y a cuestionar su labor, en Cuba es imposible escapar de esa sensación que ese hombre hizo algo grande. Por mucho que luego se hayan hecho camisetas hasta la saciedad o que todos los intelectuales que se han arrepentido de ser de izquierdas pregonen la anti mitificación del Ché. La sensación que tuve al entrar en el mausoleo que se le hizo en Santa Clara fue algo más que mágico. Porque no creo que vuelva a estar más en mi vida delante de alguien que se hizo inmortal por algo tan justo y admirable. Sí, la sensación de indiferencia es imposible. Almenos lo fue en mi caso anque nunca haya sido un comunista declarado. Y tampoco fue indiferente mi actitud hacia todo ese sistema que hay montado en Cuba y que se perpetúa durante tantos años. Porque se entienden muchas cosas, y porque los que son pintados como malos tienen más razones de las que se dicen para mantener un modelo que es la envidia de muchas naciones en América Latina. Hace un par de días estaba en medio de una discusión que ponía en duda las ventajas del sistema cubano, porque la libertad no era real. Lo que se debería tener en cuenta y nunca se hace, es situar a Cuba en el contexto de América latina. Es cierto . No se hace. Comparar a Cuba con Europa Occidental es injusto. Pero se hace constantemente. Politiqueos aparte, la hospitalidad y las cantidades de gente que encontramos nos obligan a volver. Sobretodo gracias a Tamara y Roberto, que nos acogieron en su casa de La Habana y nos dieron los mejores consejos para disfrutar al máximo de un viaje que jamás olvidaremos.
Se podría contar más, pero no sería a lo cubano. Se hace difícil describir en tan pocas palabras días y noches bebiendo ron, visitando el malecón, paisajes caribeños, pintadas interminables, viajes en "Omnibus climatizado" y experiencias miles que siempre tienen un música de fondo que hemos oído infinidades de veces y que nos recordará siempre que cumplimos uno de nuestros sueños que ha sido vivir la realidad cubana. Hasta la victoria siempre.