jueves, 3 de junio de 2010

Volviendo al Hangar


Megadeth han vuelto a Barcelona y yo no he dudado en endeudarme un poco más y agudizar mi propia crisis económica particular al pagar los más de 30 euros que estos referentes del Trash piden para formar parte de su actual ritual: Tocar de la primera a la última las canciones de su disco Rust in Peace de 1990. 20 años no son nada, y aquellas canciones que dejaban bastante en evidencia a otros grupos ya gastados a finales de los 80 hicieron que Megadeth dieran una vuelta de tuerca más y no siguieran siendo otro grupo de Trash, sino el verdadero referente del Metal trashero con etiqueta genuinamente Heavy. Sembraron el camino de un sonido personal que vendría después y demostraron que no todo era Metallica e Iron Maiden. No sé si Mustaine hará esto cada vez que uno de sus discos cumpla veinte años. Sospecho que no , y spor eso ospecho que este disco es especial para él. Y especial es una canción como "Holy Wars". Fue la primera que sonó en mi primer concierto en el año 1997, cuando Razzmatazz se llamaba Zeleste, y fue la parte final que todos los fanes de Megadeth conocemos la que sirvió de apéndice de un Peace Sells que por supuesto yo esperaba.
13 años después de mi primer concierto, durante los cuales he podido ver a estos señores otras cuantas veces, volví a Razzmatazz y lo hice sin ninguna compañía, pues parece que la legiones de Megadeth de mi generación han ido mermando con el tiempo. Muchachada era lo que había allí, y la cola que daba la vuelta a Razzmatazz daba fe de que aquel concierto sería mucho más especial de lo que yo esperaba. Mucha expectación y mucha cerveza en los aledaños. Dentro , una sala llena y un recibimiento soprendentemente bueno a los teloneros: Unos tales Vortice. No sé si serán de aquí pero el sonido fue horrible y el grupo me aburrió como el que más. Es un poco triste tener que tener tantas veces la sensación que quieres que el telonero acabe. Me volvió a pasar. Me acordé de los Kill II This. Volvieron a perder estos Vortice. El escenario les quedaba grande y tocar delante de ese telón gigante de Megadeth con Vic Rattlehead desafiando a todos tiene que ser algo de lo que estar orgulloso, pero también un reto difícil de superar. Siento decir que estos tíos no lo superaron. El ánimo del público al principio fue decayendo hasta que se escuchó "Megadeth, Megadeth" Eso duele.
Mientras observaba aquel logo gigante que tantas veces he reproducido en apuntes mientras me aburría en alguna clase, iban sonando canciones de Black Sabbath y un Walk de Pantera que el público coreó poco antes que salieran Megadeth a escena.
Y así salieron los dos nuevos primero, cuyo nombre desconozco, el retornado Ellefson después y el jefe Mustaine para demostrar a todo dios otra vez quien es el verdadero rey del Trash.
Canciones nuevas, una o dos, Wake Up Dead, y vamos a lo que vamos: Mustaine se fue a un lado del escenario a cambiar su guitarra y apareció con un modelo inédito para mí pero reconocible al momento: La portada de Rust in Peace. Y empezó lo que todos deseábamos: la reproducción íntegra del citado disco, desde Holy Wars a Rust in Peace...Polaris. Y una demoledora como siempre "Tornado of Souls" enmedio. Después la selección de algunas de las mejores canciones del resto de la discografía: A tout le monde, Trust, Simphony of destruction, o In my Darkest Hour. Todo esto mezclado con algún tema nuevo que no tengo el honor de conocer. Y para terminar, un Peace Sells final con el mencionado final de Holy Wars.
Así acabó una visita de unos Megadeth que saben a lo que juegan porque saben que su estatus está ya entre los elegidos. Mustaine es un perro viejo que saborea cada buen concierto que ofrece. Vive de ello y para ello, y es un animal de directo. Le hicieron renunciar a Metallica pero no renunció a crear el grupo de Metal más poderoso a la vez que infravalorado del mundo. Seguirá dando guitarrazos en salas que no llegan ni de lejos al aforo que sus compañeros de viaje en la adolescencia llenan por medio mundo. No ha necesitado hacer ninguna payasada cercana al reality aunque haya sido víctima de ella, y aun así es respetado porque ha creado una música que rara vez sonará entre la preferencias de imbéciles con corbata que odian la música a volumenes ensordecedores, o de grupos de música que citan a Metallica entre sus influencias aun estando en las antípodas de lo que es un grupo de metal.
Ya en Zaragoza le dieron un repaso a Children of Bodom, que osaron cuestionar su grandeza, y así salieron. Los que cuestionen la grandeza de Megadeth saldrán también escaldados. Lo demuestran a guitarrazo limpio cada vez que pisan un escenario. Así es este negocio.