Esta es la frase que más he repetido en mi nueva visita a Francia. Es lo que me limito a decir mientras aprendo esa lengua que tanto dicen se parece al catalán pero pocos hablan. Yo todavía no la domino, y dudo que nunca lo haga, así que me dedico a decir esta gilipollez cada vez que cruzo la frontera. Y los franceses o aquellos que hablan francés se dedican a mirarme con cara rara.
He vuelto a París después de casi trece años y me ha vuelto a faltar tiempo para esta ciudad que es al mismo tiempo histórica, aburrida, especial y otros muchos adjetivos que la hacen única, cosa que atraen (dicen) al mayor número de turistas del mundo. Histórica por haber sido la cuna de l a Revolución con mayúsculas, que cambió este mundo de mierda en el que vivimos e intentó que fuera mejor. Seguro que hubieron montones de revoluciones anteriores a la que aquí sucedió, pero ésta marcó el punto de inflexión. Ya nada sería igual después de cortar por lo sano con la tiranía de reyes y emperadores, algo que todavía se mantiene. Almenos la idea está ahí. La ciudad más importante de la historia contemporánea. Ahí es ná.
Yo no me metí en el Louvre, pero fui a ver la tumba de Jim Morrison, que no está solo pues comparte, cementerio/parque de Celebrities con Oscar Wilde, Chopin, Moliere o Sieyes. Encontré la tumba de este último de casualidad. No había nadie para harcerle fotos. Y eso que escribió un libro que fue uno de los pilares del Estado Social y de Derecho, eso que tanto necesitamos y que tanto hablan los políticos cuando defienden sus privilegios.
Los Parisinos no son tan estirados como dicen. Pero sí que viven atropellados. No saben lo que es un paso de cebra ni saben poner un intermitente. Aparcan dejando medio metro entre coche y coche y elevan el precio de sus alquileres a precios desorbitados para mantener un elitismo que ninguna ciudad necesita.
Percepciones de alguien que estuvo allí tres míseros días son las mías. Así que no merecen más atención que otras que digan que Londres es más tal o Berlín es mas cual. Al final pienso que cada ciudad tiene sus buenos días y sus malas noches, y París no tiene un equipo de fútbol campeón de Europa pero sí una torre antena que todo el mundo quiere ver. No tiene mar pero un río por el que vale la pena navegar. Y si pierdo el tiempo escribiendo sobre París por algo será.
Me llevo un recuerdo mejor que el de mi primera vez allí y algunos suvenirses que cuestan más de lo que valen, pero eso pasa en Pekín y en Pokón. Me quedé con las ganas del ver el escenario donde se gestó la resurrección mundial del Barça, porque aquí Ronaldinho culminó su gloria futbolística que duró tan poco, y aquí Eto'o todavía caminaba con nosotros cuando nos devolvió la alegría. Es una que pena terroristas musicales como La Unión hayan hecho canciones sobre esta ciudad, porque vale la pena dejarse caer por aquí. Y yo espero volver a hacerlo, aunque solo sea para decir algo más que DIX FOIS TROP TARD!
He vuelto a París después de casi trece años y me ha vuelto a faltar tiempo para esta ciudad que es al mismo tiempo histórica, aburrida, especial y otros muchos adjetivos que la hacen única, cosa que atraen (dicen) al mayor número de turistas del mundo. Histórica por haber sido la cuna de l a Revolución con mayúsculas, que cambió este mundo de mierda en el que vivimos e intentó que fuera mejor. Seguro que hubieron montones de revoluciones anteriores a la que aquí sucedió, pero ésta marcó el punto de inflexión. Ya nada sería igual después de cortar por lo sano con la tiranía de reyes y emperadores, algo que todavía se mantiene. Almenos la idea está ahí. La ciudad más importante de la historia contemporánea. Ahí es ná.
Yo no me metí en el Louvre, pero fui a ver la tumba de Jim Morrison, que no está solo pues comparte, cementerio/parque de Celebrities con Oscar Wilde, Chopin, Moliere o Sieyes. Encontré la tumba de este último de casualidad. No había nadie para harcerle fotos. Y eso que escribió un libro que fue uno de los pilares del Estado Social y de Derecho, eso que tanto necesitamos y que tanto hablan los políticos cuando defienden sus privilegios.
Los Parisinos no son tan estirados como dicen. Pero sí que viven atropellados. No saben lo que es un paso de cebra ni saben poner un intermitente. Aparcan dejando medio metro entre coche y coche y elevan el precio de sus alquileres a precios desorbitados para mantener un elitismo que ninguna ciudad necesita.
Percepciones de alguien que estuvo allí tres míseros días son las mías. Así que no merecen más atención que otras que digan que Londres es más tal o Berlín es mas cual. Al final pienso que cada ciudad tiene sus buenos días y sus malas noches, y París no tiene un equipo de fútbol campeón de Europa pero sí una torre antena que todo el mundo quiere ver. No tiene mar pero un río por el que vale la pena navegar. Y si pierdo el tiempo escribiendo sobre París por algo será.
Me llevo un recuerdo mejor que el de mi primera vez allí y algunos suvenirses que cuestan más de lo que valen, pero eso pasa en Pekín y en Pokón. Me quedé con las ganas del ver el escenario donde se gestó la resurrección mundial del Barça, porque aquí Ronaldinho culminó su gloria futbolística que duró tan poco, y aquí Eto'o todavía caminaba con nosotros cuando nos devolvió la alegría. Es una que pena terroristas musicales como La Unión hayan hecho canciones sobre esta ciudad, porque vale la pena dejarse caer por aquí. Y yo espero volver a hacerlo, aunque solo sea para decir algo más que DIX FOIS TROP TARD!
2 comentarios:
Deberías escribir más a menudo por el mero hecho de que a mí me gusta mucho como lo haces.
Esa frase la he escuchado alguna que otra vez y en el tono que la dices es más amenazante que otra cosa, normal que te miren con asombro.
y todo eso...
javierr!! estoy intentando escribir con más frecuencia por culpa de blogs tan activos como el tuyo nenng. me alegro que te gustas y espero sigas leyendo igual que yo leo tus paranoias con las que me desorino.
Y esoooo...
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